¿COLLAR DE CASTIGO?

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El collar de castigo es un artilugio que se coloca alrededor en el cuello de los canes, el cual produce una experiencia negativa cuando se estira de él. Está compuesto de unos pinchos hechos de algún tipo de plástico o metal que presionan de manera punzante el cuello del perro si hacemos que se estreche.
Su uso durante años fue muy extendido, bajo la creencia de que produciendo una experiencia física negativa en el perro, este aprendería que lo que acababa de hacer no es una conducta correcta y por tanto se conseguiría corregirlo.
Hay muchas teorías actuales como la del adiestramiento positivo, que no coinciden en que este sistema con el collar de castigo sea tan efectivo como hace años se creía. Ya el castigo físico, aunque moderado, puede llevar a nuestro perro a un estado anímico ansioso que no va a ayudar a que entienda qué queremos decirle exactamente. Maquillar un problema sin resolver de esta manera, puede hacer que empeore y que la terapia posterior sea más larga o nos lleve a problemas de convivencia con nuestra mascota.
Estudiar cual es el motivo que hace que tire demasiado de la correa, controlar sus momentos de ansiedad o excitación durante el paseo o reacciones agresivas ante otros perros, personas o vehículos es el primer paso para solucionar el problema. Utilizar el collar de castigo para obtener una solución casi instantánea quizás sea un error que más tarde será mucho más difícil de solucionar, o bien generar otros nuevos.
Por ese motivo cada vez está más en desuso, no siendo muy común en las terapias de adiestramiento. Por éste motivo en algunos países su uso está prohibido y en muchos otros se está estudiando indicar un uso reglado y controlado para determinados casos.
Por tanto nuestro consejo es acudir a un profesional del adiestramiento canino cuando no podemos solucionar un problema por nosotros mismos. Acudir a consejos no profesionales, dejarnos llevar por el miedo injustificado a algunas razas o intentar obtener soluciones demasiado rápidas y fáciles, solo van a hacernos estropear la convivencia con nuestro perro y el resto de la familia. Confía en el trabajo de los profesionales y deja que te guíen antes de tomar decisiones precipitadas.
Y recordad siempre que el paseo es para aprender pero también para disfrutar.

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